sábado, 20 de octubre de 2012

Insomnio provocado: mi batalla contra el Sueño y el Tiempo




La persistencia de la memoria, Dalí, 1931



"Cuanto mejor se percibe el tiempo,
tanto más se avanza hacia el desequilibrio orgánico"
Cioran



Ocho horas ocupamos en dormir y ocho en trabajar (los más afortunados). Son dieciséis. Tres en comer y dos horas, digamos, en transportarnos (los más suertudos). Veintiuno. Más una hora, que en bañarnos y acicalarnos ocupamos los medianamente rápidos y bellos, dan veintidós. Quedándonos, así, dos horas restantes que se nos esfuman en estudios “prácticos”, hijos o llantos furtivos, o en esas pendejadas en que se esfuma el tiempo imperceptiblemente, como las monedas de nuestros bolsillos.
 Entonces se nos va la vida, tan ajena a nosotros como Dios. Nuestra vida, tan menos nuestra como la suerte y que se nos diluye con pavorosa prisa.
¿En qué clase de comedia fuimos arrojados, nosotros, personajes puestos en escena por la nada, esclavizados por el reloj y los ocasos?
La mayor parte del día nos la pasamos sin ser, sólo actuando para mantener la no-vida. Y las horas restantes nos las gastamos alistándonos, compitiendo y comiendo para seguir no-siendo. Entonces la pregunta es: ¿cuándo se es? ¡Cuando! Mucha gente lo olvida para no sufrir, o prefiere ignorarlo, es decir, ignorarse. Prefieren descansar de su no-vida, ignorándose a sí mismos, enchufados a la tv, por ejemplo, al final del día, hasta caer en los brazos de un Morfeo asqueado, a la espera de otra fría vuelta de reloj en la que no pasa nada más que las horas.
En lo personal, rehúso  a ese mecanismo que hace de todos nosotros nada más que unos impávidos engranajes siempre apresurados. ¿Cómo? Invocando a Insomnio. Invocándolo de todos los modos posibles. Provocándolo adrede cuando las luces se apagan y todos callan, cuando el frio acompaña y el silencio sugiere, cuando la niebla cobija y la noche parece suspenderlo todo, volviéndolo a uno, de alguna manera, dueño del tiempo y del mundo, dueño de todo. Entonces la eterna cuestión de ser o no ser es remplazada por la incendiaria determinación de ser, ¡ser a cualquier precio!
Es difícil, y mucho más cuando el sueño es una vulgar tentación que cuando nos atrapa,  ya es muy tarde, ya no hay vuelta atrás: uno queda agazapado, sin boleto de regreso, en las deliciosas y embriagadoras aguas de la inconsciencia, donde rara vez existe el recuerdo. Situación nada reprochable, pero odiosa por el mismo hecho de ser, a un tiempo y en la mayoría de los casos, placer y olvido. Y el olvido es la muerte de lo que nunca nació. Y si el placer se olvida, es como nunca haberlo experimentado.
Claro que existen sueños gratos, todos explotables y valiosos, los cuales recuerdo y agradezco, pero en la mayoría de los casos las horas nocturnas pasan tan rápido que no dan tiempo a caer en cuenta del descanso. Entonces el Sueño es cruel y burlesco, el arma del tirano Tiempo. Se torna detestable. Y no me queda más que combatirlo para ser a cualquier precio, así sea pagando mi existencia con mi descanso.
El Tiempo es un tirano, cuya única posibilidad de resistencia es el Insomnio.
Pero lamentablemente el ímpetu insomne me dura poco y termino siendo lo que odio: caigo.
¡Cuánto daría yo por “padecer” naturalmente de insomnio, para que no me llegue ese maldecido momento inevitable en que mis ojos se cierran y mi cabeza desmaya hasta mojar con mi vergonzosa saliva la página de algún libro traicionado por mi letargo!

"Cuando el ordinario humano duerme, los elevados seres –perros, gatos, ratas, murciélagos, catzos- asechan con sus ojos la noche y su silencio, y su meditabunda respiración inhala el paso de las horas mientras exhala la eternidad en forma de vaporoso aliento; y el insomne, al igual que todos ellos, asecha también, con impresionante claridad, las ideas, los conceptos, las preguntas, las respuestas y de nuevo las preguntas… el éxtasis de la belleza, seguro de tocar a la mismísima filosofía con sus dedos y de acariciarla, hasta detenerse en sus cabellos y besarla. Entonces la urgencia creativa  termina por derramarse sobre el papel, sobre el lienzo, sobre el teclado, sobre lo que encuentre a su paso, bajando a los dioses de su Olimpo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario